Buenos días.
El Padrastro es un pico de unos 1500 metros de altura que domina los campos de Bogarra desde lo alto, presentando una subida hasta la cima bastante asequible, pues
existe una pista forestal en buen estado que permite hacer cima muy fácilmente, con lo que sólo tienes que pedalear hacia arriba
durante 36 kilómetros...ja ja ja
Lo cierto es que la vista desde allí arriba es envidiable, lo cierto es que es una de las subidas que más realizo a lo largo del año, lo cierto es que la disfruto como un niño con zapatos nuevos...lo cierto es que además siempre te reserva alguna sorpresa, y en esta ocasión ha sido en forma de nieve.
Pedalear por encima de la nieve es algo completamente distinto, al menos para mí: el esfuerzo es mayor, las ruedas tienen dificultades para rodar, el frío es intenso...¡pero es una gozada!
En fin, que como ya podéis ver, este pasado fin de semana me ha tocado una buena serrana, y dado que siempre defiendo que uno tiene que acabar el año subiendo montes, en estas últimas semanas de 2019 dedicaremos más de una jornada a repasar algunas de nuestras subidas más queridas.
La ruta la realicé el pasado sábado 16; me tocó un buen "madrugón" pues quería estar de vuelta en casa pronto, así que a eso de las 6:30 (recién puestas las calles) ya estaba montando la bicicleta en el coche, con lo que a eso de las ocho y cuarto estaba en marcha por las calles de Bogarra.
Lo primero fue tomar algo caliente en forma de café con leche, y desde la plaza del pueblo empecé a subir la primera cuesta que nos lleva hasta el cementerio...puerto corto pero intenso y que te pone a tono para lo que te espera.
Desde el cementerio tomamos la pista que nos lleva hacia el Batán por un lado, y hacia Yeguarizas por otro. En nuestro caso tomamos el desvío hacia Yeguarizas, cruzamos el río Bogarra y empezamos a subir puerto.
Los primeros kilómetros son fuertes, con porcentajes de subida elevados, hasta que el camino toma dirección oeste donde dejamos el cañón del río Bogarra y seguimos ascendiendo pero por un tramo algo más asequible. Como os podéis imaginar los paisajes son espectaculares, y sobre todo en otoño, donde el verde de los pinos y encinas se combina con los ocres y amarillos de los álamos y quejigos que por allí tenemos.
Llegamos a una zona bastante revirada donde de nuevo los porcentajes se elevan, pero como a esa altura uno ya lleva el espíritu de una cabra montesa metida por dentro, parece que se hace fácil aunque el perfil sea todo hacia arriba. Lo cierto es que en esta ocasión al ir yo solo me regulo bastante bien el ritmo de subida, y aunque voy lento, ya me he acostumbrado a que en estas ocasiones me acompañen Tole-tole y Chano-chano...¡y no hay cuesta que se me resista!
Existen algunas sendas que permiten acortar el puerto en algunos kilómetros, pero mire usted por donde, que lo que realmente tenía ganas era de hacer kilómetros para arriba, con lo que fui rodeando el monte principal hasta tomar una pista forestal que se separa de la que nos lleva a Yeguarizas, justo a la altura de una antigua cantera de piedra.
Desde aquí la pista nos lleva hacia arriba poco a poco, con algún tramo de bajada que hace que recuperemos piernas muy fácilmente. Las vistas son magníficas y a poco que nos fijemos, seguro que veremos algún ave surcando las crestas de las montañas, como así fue el caso.
Enfilamos el tramo final donde de nuevo se pone cuesta arriba el camino, y a base de bien...pasamos un pequeño descansillo donde quedan las ruinas de una antiguo refugio para el ganado y tomamos el último tramo...y peor de todos ellos.
La pendiente es tan fuerte que optaron hace unos años por cubrirlo con una capa de cemento, que dicho sea de paso me ha venido bastante bien, pues desde ese momento he podido hacer toda la ascensión sin tener que poner el pie en tierra, excepto en esta ocasión, pues aquí la nevada había sido bastante más intensa, estaba todo cubierto de una capa de unos centímetros de espesor y dada la altura, ¡se había congelado!
En fin, que la rueda trasera empezó a patinar y no tuve más remedio que echar el pie a tierra y terminar ese tramo con la bicicleta del ramal, ¡y con mucho cuidado que aquello escurría una barbaridad!
Una vez finalizado ese tramo pude volver a subirme en la bicicleta y terminar los cien metros finales a lomos de ella...¡que gozada de nieve! Por cierto, eran cerca de las once y la temperatura apenas llegaba a un grado según el termómetro que llevo incorporado en el cuenta kilómetros. Y como ya eran varios los kilómetros que llevaba así, me encontré que al sacar el plátano que llevaba preparado, ¡se estaba empezando a congelar! Vaya, que cambié la fruta por un semifrío de plátano.
Supongo que las fotos hablan por sí solas, las vistas desde aquí son sobrecogedoras...un espectáculo de la naturaleza, sin duda alguna.
El sol empezó a calentar algo más por la cara sur, con lo que continúe mi trayecto como si me dirigiera ahora hacia el Picayo...pero hoy no tenía tiempo para hacer esa segunda subida...¡una pena! En fin, que me dejé caer hacia Bogarra con un pedaleo bastante alegre y con fuerzas renovadas después de haber echo cumbre tan fácilmente.
Poco más puedo contaros, a eso de las 12:30 ya estaba cargando la bicicleta y marchando para Albacete, cumpliendo más que de sobra horarios y expectativas, ¡ya lo creo que sí!
Un abrazo...Edu
Una de tus serranas preferidas ha caído en tú saca, una más y a buen seguro, que no será la última.
ResponderEliminarLas fotos son espectaculares y la nieve, al igual que las zonas de costa con el mar como telón de fondo, siempre dan un algo especial a las rutas.
36 kms de subidas y bajadas, aunque por lo recuerdo, son más subidas que bajadas, jajajajaja.
Saludos.
Sí, sí, siempre se sube más que se baja, eso es "impepinable".
ResponderEliminarEn fin, que fue una ruta muy a mi gusto, de siempre hacia arriba, hasta tocar el cielo, que no se quede ningún monte por encima...ja ja ja
Bueno, a ver cual es la próxima serrana que me espera, que voy teniendo ganas de la siguiente.
Nos vemos esta semana.
Saludos...Edu