¡Conseguido! ¡Lo hicimos! Otra ruta más que quedará grabada en la memoria de 40 rutas a base de esfuerzo, de desafío y sobre todo, ¡con muchísimas ganas de disfrutar con el camino!
Hace un par de crónicas os contamos el proyecto de ruta que teníamos preparado realizar y que por fin, este sábado 27 de mayo, hemos podido llevar a buen puerto.
En esta ocasión hemos ido MªJosé (mi esposa) y éste que suscribe, y si ya es un placer compartir el día a día con ella, el poder hacer juntos este tipo de rutas es algo más que especial, es difícil describir con palabras todo el día que pasamos juntos en esta pequeña aventura; en fin, que ya estamos pensando en cual será la siguiente.
Vamos a intentar contaros un poco la ruta, su trazado, que pueblos se atraviesan (donde almorzar) y esos detalles que hacen que una ruta se pueda afrontar y terminar con todas las garantías.
En primer lugar deciros que pasamos toda la noche andando, pues salimos nada menos que a las 2 de la madrugada del sábado; teníamos claro que había que aprovechar esas horas para andar, pues son un garantía de que una buena parte del camino la harás con una temperatura ideal, así que tuvimos que echar mano del foco de la bicicleta y de una linterna tipo dinamo. Os recomiendo esta combinación pues son muchos los modelos de focos que se calientan si no reciben buena ventilación y su respuesta es apagarse, y mientras que se enfrían es necesario mantener la marcha, siendo las linternas con dinamo toda una garantía de que vas a poder seguir caminando.
Los primeros kilómetros fuimos con algo de incertidumbre, el comienzo del camino, parcelas con perros que ladraban continuamente y no amistosamente, la completa oscuridad hasta que tus ojos se acostumbran y bueno, que la noche siempre tiene una componente especial...así hasta el kilómetro 8, donde parece que se acabaron los ladridos y tomamos el carreterín que va desde la espalda de la antigua Escuela de Capataces (actual CPUIFP) hasta Aguas Nuevas.
Desde ese momento parece que nos acostumbramos a las condiciones y los kilómetros empezaron a cundir a base de bien; buena charla, que es fundamental, y sobre todo mucha ilusión por hacer este camino nos llevaba en volandas. Además pudimos encontrarnos con un par de coches en el trayecto, un buen saludo y a continuar con la marcha, parece que ver a alguien siempre da más confianza.
Al llegar a Aguas Nuevas paramos unos minutos, el plan que llevábamos lo íbamos cumpliendo con total puntualidad y teníamos programadas muchas paradas a lo largo de todo el día. Seguramente hay muchas formas de hacer una ruta tan larga, pero a nosotros no se nos ocurre una mejor que llevar una especie de horario de la ruta, ser fieles a él y sobre todo, ser generosos con los descansos que al fin y al cabo, no nos iban a dar ningún premio.
La noche iba avanzado y ya cerca del El Salobral, vimos algún que otro vehículo de la zona que se dirigía a comenzar la jornada de trabajo en el campo, por ejemplo regadíos, que bien pronto nos hicieron cambiar el camino, pues por una de las zonas que teníamos que cruzar había una especie de lluvia que salía de los surtidores a ambos lados del camino y que no era cuestión de atravesar...¡era muy pronto para ducharse!
Fue por esta zona donde tuvimos la oportunidad de ver un espectáculo nocturno espectacular, nada menos que un par de meteoritos pasaron por nuestras cabezas, iluminando todo el cielo pero no sólo con una estela blanca, había colores amarillos, verdes, azules e incluso rojos; nos sorprendió de tal modo que durante algunos minutos no tuvimos más remedio que seguir mirando hacia donde habían aparecido.
Al llegar a Los Anguijes pudimos ver un par de gansos y al cabo de unos metros a varios patos con toda su prole, y es que el canal lleva agua y estos animales la necesitan para sus crías, si unimos que además el día acababa de romper, es el momento ideal para poder ver más y más animales.
Ahí están, agazapados entre la maleza un par de gansos |
En Los Anguijes paramos otros minutos y aprovechamos para tomar una barrita energética, no es que sean lo mejor, pero ocupan poco espacio y te aportan cereales, frutos secos y azúcar y en estas ocasiones son ideales.
Aquí hay una pequeña fuente donde intentamos reponer algo de agua, pero salía muy caliente, tanto que decidimos no intentarlo; llevábamos cerca de tres litros y no es lo ideal beber agua caliente. Así que pusimos rumbo hacia Capiruzas pasando por el Hundimiento, ya con el día bien soleado y con una buena manada de buitres que estaban dando vueltas sobre nuestras cabezas...¡tan mal no íbamos!...ja j aj a
En fin, desde aquí el camino comienza a subir hacia la Sierra y poco a poco se va volviendo más pedregoso e inclinado, con lo cual es necesario prestar atención a donde ponemos los pies. Pero claro, conforme vas ascendiendo el paisaje va cambiando, a tu espalda los llanos de Albacete y al frente, las estribaciones de la sierra de Capiruzas.
La vegetación al comienzo es escasa y casi, casi, esteparia, diría yo, pero poco a poco va mejorando para ir tornando hacia un bosque mediterráneo, y ya, a la altura de la cantera de la "evaporita" se muestra como un bosque no muy tupido pero con una gran variedad de especies; una lástima que haya llovido tan poco y que esté todo tan seco.
Aquí íbamos camino de La Solana, pueblo donde teníamos previsto parar y almorzar, que también hay que darle algún placer al estómago en días así. El camino aquí está lleno de flores, de monte bajo, de amapolas y de almendros, de campos de cereales que pronto serán recojidos; en fin, una auténtica preciosidad.
Dicho y hecho nos pusimos en marcha por la antigua carretera hasta salir al puente donde se haya la primera de las indicaciones que se pueden ver hacia El Sahúco; subida de ánimos pues llevábamos casi 40 kilómetros y el camino tan roto de antes nos había pasado factura. Eso sí, los pies iban sin ampollas o rozaduras, parece que acertamos con el calzado (zapatillas para marcha) y los calcetines (de algodón y las mínimas costuras).
Tuvimos que ir haciendo descansos más frecuentes y practicar ejercicios para estirar los músculos hasta que por fin acabamos de subir el puerto. Los paisajes por aquí son una preciosidad, y el pico del Roble te va siguiendo durante kilómetros y kilómetros, no en vamos, la cuerda de esa sierra llega hasta el propio Sahúco por su parte Sur.
En fin, que por fin, a las cuatro y media de la tarde hicimos la entrada en el pueblo, ¡lo habíamos logrado! ¡52 kilómetros, 14 horas de marcha! ¡por fin habíamos llegado! Es muy difícil describir con palabras los sentimientos que en ese momento tienes, pero os aseguro que la satisfacción es grande, muy grande, y que curiosamente no sólo de satisfacción, sino también de tranquilidad por el trabajo bien hecho.
- Beber sin sed y comer sin hambre. Ir bebiendo pequeños tragos de agua de manera continuada hace mantenerte hidratado todo el camino, con lo que puedes evitar cierto tipo de lesiones musculares. Y si vas comiendo frutos secos o barritas regularmente pueden ayudar a que las fuerzas no te falten nunca. No hay nada peor que un desfallecimiento en ruta.
- No quitarte el calzado de manera continuada. Los pies sufren mucho durante el camino, si te quitas las zapatillas durante mucho tiempo el pie tiene a hincharse algo y puedes tener serios problema para ponerte de nuevo el calzado.