Buenos días.
Esta es la primera ruta del año 2017 que el gran Coronado y éste que suscribe nos hemos metido: frío, niebla, hielo y barro, haciendo un resumen rápido, generoso y breve. En fin, que en las fechas que estamos tampoco es que pretendamos otra cosa. En estas situaciones lo mejor es tomarselo con sana y bendita paciencia, hacer kilómetros poco a poco que ya si acaso entrarás en calor al volver a casa, por que durante la ruta fue imposible entrar en calor en ningún momento.
Y menos mal que el viento sólo soplo un poco y al final ¡lo que nos hubiera faltado! El terreno estaba más que blando, la niebla no permitía ver más allá de cincuenta metros y por si fuera poco, comenzó a helar a escasos kilómetros de Albacete; pero si no se hace el esfuerzo al final acaba uno por acomodarse y no salir...y en estas fechas tenemos que hacer ese plus ya que han sido muchos los excesos de estas fechas y tenemos que quitarnos esos kilos extra que hemos cogido.
La idea de la ruta que plantéo Coronado era bastante buena, salir en dirección al cuco de La Lobera y visitar tanto la construcción, como parte de los caminos que lo rodean. Así que con puntualidad manchega nos vimos a la ocho y media en el comienzo de la vía verde, y nos vimos de casualidad, ¡oiga, vaya niebla!
Conforme iban pasando los kilómetros descubrimos que el hielo se iba formando sobre nuestras chaquetas, bicicletas, mochilas, velocímetros, zapatillas...y nuestras caras. Para quien no lo sepa, el término exacto que debemos utilizar es cencellada, la congelación de la niebla.
El frío iba en aumento conforme nos alejábamos de Albacete y con el paisaje "londinense" que teníamos, no tuvimos más remedio que para unos minutos para hacer alguna que otra foto. Nos llamó mucho la atención una casa cerrada, tal y como podéis ver en la foto, que presentaba un azulejo con una interesante cita sobre la tierra valenciana.
Desde aquí tomamos camino de la Casa del Cuarto del Gitano, donde nos esperaba un camino que se adentraba por la zona, pero que lamentablemente, al cabo de un par de kilómetros desaparecía...bueno, así se hacen las rutas, investigando, a veces sale bien y otras, pues que te tienes que dar la vuelta. Eso sí, mereció la pena ver una serie de encinas que por allí existían.
Desde aquí pusimos rumbo hasta la casa de La Lobera, donde sigue estando el mastín en la puerta atado con una cadena, aunque más que mastín parece un león, ¡que barbaridad! Cualquier día de estos se va a romper el cuello de tanto estirar. En fin, que pasamos sin hacer mucho ruido a su lado y nos pusimos en faena a la busca del cuco.
A unos cientos de metros de la casa pudimos encontrar un grupo personas con quienes paramos un rato a charlar. Entre otros se hallaba el dueño de la finca acompañado de cazadores, y a los que no les importó en absoluto nuestra presencia, es más, nos recordaron el camino y nos aseguraron que no había problema alguno en días así, pues con niebla no se puede cazar. Nosotros le indicamos por nuestro lado que siempre que nos encontrábamos en una situación así, en primer lugar pensamos que hay que respetar el deporte de cada uno y que si existe incoveniente, entendemos que no se debe pasar. Curiosos los casos que nos contó este señor y de como la gente, a veces, se pone demasiado cabezona. En nuestro caso la sintonía fue perfecta, y desde aquí, sólo nos cabe reconocer que con gente así da gusto. Por cierto, nos reconocieron que lo nuestro sí que era afición al ciclismo y de hecho, con el frío que hacía, nos invitaron a pasar unos instantes al lado del fuego.
Interior del cuco |
Desde aquí el cuco estaba a tiro de piedra, construcción que hemos visitado ya unas cuantas veces y en esta ocasión hemos de decir, que estaba más limpio que en otras ocasiones y algo más cuidado por dentro. Es evidente que las personas que se encargan de esta finca saben apreciar este tipo de construcciones.
El cuco de La Lobera |
Ahora comenzamos a deambular por caminos y más caminos que se iban sucediendo y nos permitieron hacer una circular al cuco por un lado, y por otro, un recorrido de larga duración por aquel monte bajo. El terreno estaba pastoso pero nos daba igual, había que continuar con el frenesí de caminos que por allí existe.
Pasado un buen rato y con nuestros pies y manos que no parecían nuestros, tomamos la sabia decisión de volver hacia Albacete, sólo que en vez de hacerlo por donde habíamos venido, alargamos la ruta hasta la finca de Acequión. Sigue seca, ni gota de agua, y es que aunque ha llovido es necesario que siga cayendo y cayendo.
Bueno, pues la ruta daba a su fin y nada más llegar a Albacete nos fuimos derechos a lavar las bicicletas, que nosotros ya íbamos mojados por fuera, sólo nos quedaba darnos un pequeño remojón, por dentro, y lo hicimos en el bar La Oficina, un par de cañas y vuelta para casa que era una hora realmente buena.
Orillas de la antigua laguna del Acequión |
Poco más os puedo contar, en total 55 kilómetros de frío, niebla, barro, hielo..¡puro disfrute!..ja ja ja
Al fondo, lo que queda de la laguna del Acequión...seca |
Aquí si dejo un enlace a todas las fotos y como no, la ruta, que es lago enrevesada pero merece la pena.
Genial la ruta. La disfruté una barbaridad. Muy buena, muy rodadora, mucho monte bajo, mucho suelo pastoso y esponjosos, mucha arcilla que provocó que al llegar a Albacete, tuviésemos que lavar las bicis, mucho frío, mucha niebla y sobre todo, mucho buen humor y muy buena predisposición para encarar una ruta de casi 60 kms., de las que nos quedamos por hacer muy pocos caminos de esa zona de la Lobera que tanto me gusta.
ResponderEliminarLa ruta, al variarla, creo y es sólo una opinión, que tuvo un plus de alegría e investigación, caminos que no conocíamos y que en alguna ocasión, estaban cortados...., pues no pasa nada "media vuelta y a almorzar".
Las fotos son impresionantes, está claro que las crónicas, al menos éstas últimas, se nutren muy bien del factor gráfico, o sea, las fotos, que por cierto están fenomenalmente hechas y captan con gran rigor lo que esa mañana sufrimos en nuestras carnes.
Genial crónica Edu. A por alguna más.
Amigo Coronado, la ruta fue de las que nos gustan, de esas que no hay kilómetro malo. Tela esa niebla, parecía una ruta distinta, es lo que hace el no poder ver más de 50 metros...ja ha ja
ResponderEliminarBueno, no te digo na...y te digo to. En menos que canta un gallo te vemos otra vez encima de la bici, que nosotros contingente pero tú, necesario.
Luego hablamos.
Un abrazo...Edu