Buenos días.
Como ya saben todos ustedes, el insigne profesor Joseph Von Eduarden desde el Instituto Biotecnológico de Fraunhofer-Gesellschaft, subsección MIT Munich (allá en Alemania), colabora con su firma en este blog; es tal su afición a la bicicleta y a la investigación en particular que se hace indispensable el poder contar con él en cualquier blog sobre BTT que se precie.
Ya conocen ustedes mi larga singladura a lomos de BTT en este grupo, y no podía dejar pasar este día tan singular sin dejarles una nueva crónica, en la que además he tenido ha bien realizar un nuevo experimento sobre conexiones neuronales: las aptitudes artísticas y la realización de deporte siempre están ligadas, y como muestra de ello, hoy les puedo demostrar sin duda alguna, que cuando un virtuoso practica deporte, sus cualidades naturales en cuanto al arte no se ven mermadas en absoluto.
Para realizar el experimento quedé con los señores Alfonso, Pedro Lara, Berme, Coronado y un tal Eduardo. Ellos se han prestado a realizar una ruta de más de 55 kilómetros, con todos los parámetros que se establecen en este tipo de experiencias, y finalmente realizaron un trabajo en el que se ve plasmado, como ya he dicho anteriormente, que las aptitudes de este grupo permanecen intactas incluso después de una jornada matutina deportiva.
Nos vimos las caras a eso de las ocho y media de la mañana, y como a ustedes les gusta decir, con puntualidad manchega nos pusimos en camino hacia la laguna del Acequión. Con buen ritmo y grácil pedaleo los kilómetros fueron cayendo de nuestro lado, hasta llegar al paraje citado, desde el cual partimos hacia la famosa finca de Anoroto, en la cual mis compañeros de ruta mostraron mucho interés en su visita. Valga las instantáneas que el tal Eduardo tomó en dicho punto.
Desde aquí pusimos rumbo hacia la finca conocida como las Tiesas, y al pasar por una de las fincas adlátere, tuvimos que salir "cagando leches" (literal) el grupo merced al ataque de un grupo de gallinas...¡la virgen que mala leche tenían los plumíferos! Hasta el mastín le hacía caso. En fin, que después del episodio de miedo volvimos al pedaleo alegre, hasta llegar al cauce del río Lezuza, que está vez sí, llevaba agua después de no sé cuantos meses, y es que, la zona entera es endorreica.
Con unos 40 kilómetros en las piernas, ya era hora de que mis aguerridos cobayas fueran camino de su merecido almuerzo, que también entra a formar parte del experimento, no crean, pues sin el estómago satisfecho la cosa no funciona igual, así que ahí que se metieron entre pecho y espalda una buenas chapatas en el bar Cheli, del que tengo que decir que me gustó bastante a tenor del tamaño y contenido de los bocadillos.
De vuelta para Albacete por la vía de servicio tuvimos algún momento de no reírnos, porque el resto del camino fue una continua carcajada...y es que el experimento estaba llegando a su fin, aunque no sé que les hacía tanta gracia..otto día me enteraré...je je je. Ahora sólo quedaba que se tomaran su buena cerveza de los campeones y que me hicieran un dibujo coral de lo que para ellos había significado la ruta.
Bien, ahí dejo los resultados, entre los cinco fueron capaces de hacerme tres fichas: unos papeles, unos pinceles, un cubo de botellines, acuarelas y ¡voila! Tres obras de arte...mejor, no se puede hacer...oleeeeee.
Pedro y Alfonso |
Eduardo |
Berme y Coronado |
Los virtuosos siempre dejan su huella, ya lo creo que sí.
Como siempre, aquí les dejo un enlace a todas las fotos. Y recuerden que una sonrisa, es el mejor regalo que pueden hacerse.
Buena cronica, mejores fotos, tremendos bocadillos y estupendos compañeros. Saludos.
ResponderEliminarY esas virtudes artísticas que tenemos, que no podían pasar desapercibidas..jajajaja
EliminarEn fin, que siguamos así mucho tiempo, conuna sonrisa por ruta, que siempre es mucho mejor.
Un abrazo...Edu